El 9 de Julio de 1961 una asamblea de militantes políticos santiagueños fundaban el FRENTE REVOLUCIONARIO INDOAMERICANO Y POPULAR (FRIP), que pasaría a la historia como el antecedente inmediato del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Uno de sus documentos fundamentales se denominó “La lucha de los pueblos indoamericanos” que colocaba en el centro de su acción política el ser indoamericano, desplazado culturalmente por las estructuras colonizadoras impuestas con la conquista española.
A casi cincuenta años del FRIP el acontecimiento de Villa Soldatti y el territorio en disputa denominado “indoamericano” resuena como una farsa de la historia.
La aparición de un grotesco personaje elegido por la voluntad mayoritaria de los porteños, imponiendo la demagogia de un discurso que recurre a los bajos instintos de las multitudes nos acerca a los primeros fascistas de la Sociedad Patriótica que dieron fundamento ideológico al primer golpe de estado en la Argentina, encabezado por el General Uriburu derrocando a Hipólito Yrigoyen un 6 de septiembre de 1930 para dar comienzo a una etapa de la historia nuestro país signada por la preponderancia del partido militar.
Villa Soldatti deja a la vista una justificación elaborada en los confines de una burguesía dispuesta a la pulsión de la muerte para defender su territorio. Al revés de los protagonistas del cuento de Cortazar “La casa tomada” no huyen, se quedan aturdidos por el miedo, luego reaccionan y comienzan a pedir auxilio, al finalizar la jornada reciben con alivio la ejecución del discurso racista del odio.
Los muertos de Villa Soldatti son innominados, como los qom en Formosa , o los diaguitas en Tucumán, acuciados por los emprendedores de la supremacía racial, los pueblos indoamericanos se han refugiado en su silencio y han realizado la proeza de continuar removiendo la tierra y encender la fogata en la travesía de los siglos
En este extraño caos de variadas hybris, es importante destacar lo siguiente: Los datos definitivos del Censo Nacional Agropecuario (CNA) del 2002 indican una disminución en la cantidad de pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias (EAPs), del 21 por ciento en los últimos 14 años, pasando de 421.221 en 1988 a 333.533 en el año 2002. De otra parte las cifras provisorias del Censo 2010 indican que el 92 % de la población argentina se encuentra viviendo en zonas urbanas y periurbanas.
Este reflejo estadístico apenas muestra la transformación de la estructura agraria de la Argentina, como consecuencia de la expansión de la frontera agropecuaria a partir de la instalación del complejo sojero en un primer momento en la Pampa Húmeda y posteriormente en el Gran Chaco Argentino.
El objetivo estratégico de este nuevo paradigma productivo es una agricultura sin agricultores y un campo desolado sin campesinos y sin montes, que ha traído como consecuencia inmediata la expulsión hacia los centros urbanos de enormes masas de familias campesinas.
Precisamente, uno de los ejes del discurso de la defensa del territorio ante el avance de los terratenientes y las topadoras refiere que los campesinos y pueblos originarios no quieren terminar uno encima del otro en las villas miserias de las ciudades.
Sin embargo, la realidad concreta nos indica que la migración estacionaria y permanente es un fenómeno que refleja la pobreza estructural de la pequeña producción campesina, acompañada por determinaciones culturales incorporadas en la subjetividad de los pueblos de nuestra región.
“El hombre indoamericano esta dando con los contornos justos de su dimensión histórica”, dice casi al comienzo ese famoso documento del FRIP, pero a pesar de sus posibilidades, este hombre aún sigue supeditado a su condición de habitante perdido en la ciudad. Esperamos que Villa Soldatti sea el punto de partida para sostener la aplicación efectiva de una nueva política agropecuaria en nuestro país que permita hacer realidad el sueño de millones de argentinos: el derecho a la tierra para que los pueblos indoamericanos puedan realizar su “estar haciendo” en su verdadero territorio de vida.
A casi cincuenta años del FRIP el acontecimiento de Villa Soldatti y el territorio en disputa denominado “indoamericano” resuena como una farsa de la historia.
La aparición de un grotesco personaje elegido por la voluntad mayoritaria de los porteños, imponiendo la demagogia de un discurso que recurre a los bajos instintos de las multitudes nos acerca a los primeros fascistas de la Sociedad Patriótica que dieron fundamento ideológico al primer golpe de estado en la Argentina, encabezado por el General Uriburu derrocando a Hipólito Yrigoyen un 6 de septiembre de 1930 para dar comienzo a una etapa de la historia nuestro país signada por la preponderancia del partido militar.
Villa Soldatti deja a la vista una justificación elaborada en los confines de una burguesía dispuesta a la pulsión de la muerte para defender su territorio. Al revés de los protagonistas del cuento de Cortazar “La casa tomada” no huyen, se quedan aturdidos por el miedo, luego reaccionan y comienzan a pedir auxilio, al finalizar la jornada reciben con alivio la ejecución del discurso racista del odio.
Los muertos de Villa Soldatti son innominados, como los qom en Formosa , o los diaguitas en Tucumán, acuciados por los emprendedores de la supremacía racial, los pueblos indoamericanos se han refugiado en su silencio y han realizado la proeza de continuar removiendo la tierra y encender la fogata en la travesía de los siglos
En este extraño caos de variadas hybris, es importante destacar lo siguiente: Los datos definitivos del Censo Nacional Agropecuario (CNA) del 2002 indican una disminución en la cantidad de pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias (EAPs), del 21 por ciento en los últimos 14 años, pasando de 421.221 en 1988 a 333.533 en el año 2002. De otra parte las cifras provisorias del Censo 2010 indican que el 92 % de la población argentina se encuentra viviendo en zonas urbanas y periurbanas.
Este reflejo estadístico apenas muestra la transformación de la estructura agraria de la Argentina, como consecuencia de la expansión de la frontera agropecuaria a partir de la instalación del complejo sojero en un primer momento en la Pampa Húmeda y posteriormente en el Gran Chaco Argentino.
El objetivo estratégico de este nuevo paradigma productivo es una agricultura sin agricultores y un campo desolado sin campesinos y sin montes, que ha traído como consecuencia inmediata la expulsión hacia los centros urbanos de enormes masas de familias campesinas.
Precisamente, uno de los ejes del discurso de la defensa del territorio ante el avance de los terratenientes y las topadoras refiere que los campesinos y pueblos originarios no quieren terminar uno encima del otro en las villas miserias de las ciudades.
Sin embargo, la realidad concreta nos indica que la migración estacionaria y permanente es un fenómeno que refleja la pobreza estructural de la pequeña producción campesina, acompañada por determinaciones culturales incorporadas en la subjetividad de los pueblos de nuestra región.
“El hombre indoamericano esta dando con los contornos justos de su dimensión histórica”, dice casi al comienzo ese famoso documento del FRIP, pero a pesar de sus posibilidades, este hombre aún sigue supeditado a su condición de habitante perdido en la ciudad. Esperamos que Villa Soldatti sea el punto de partida para sostener la aplicación efectiva de una nueva política agropecuaria en nuestro país que permita hacer realidad el sueño de millones de argentinos: el derecho a la tierra para que los pueblos indoamericanos puedan realizar su “estar haciendo” en su verdadero territorio de vida.
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