La Guerra Guasú contra el Paraguay, ocurrida entre 1864 y 1870,
denominada por Alberdi la Guerra de la Triple Infamia,[1] fue
un holocausto paraguayo y una epidemia de cólera y fiebre amarilla para Buenos
Aires. El cólera mató al Presidente en ejercicio de los argentinos, el tucumano
Marcos Paz, ya que el Presidente Bartolomé Mitre se encontraba en Corrientes en
su cuartel general dirigiendo las operaciones militares.[2] La
fiebre amarilla tuvo como consecuencia inmediata la creación del Cementerio de
La Chacarita, miles de muertos entre ellos el jurista José Roque Perez y el
médico Adolfo Argerich, ambos miembros de la Comisión Popular de Salud Pública,
creada ipso facto para enfrentar la epidemia.[3]
José Roque Perez había sido designado en 1868 junto a una Comisión de
abogados penalistas para examinar el Proyecto de Código Penal del Dr. Carlos
Tejedor, pero el desconocido virus (Aedes Aegypti) impidió ese cometido. El
actual Código Penal describe a los delitos contra la Salud Pública en su
Capítulo IV, Titulo VII. El gran maestro Carrara afirma en su famosa obra
Programa de Derecho Criminal, que: “La salud como bien jurídico protegido es un
derecho personal que se contempla frente a una multitud de hombres congregados
en una sociedad estable, ese derecho viene a convertirse en un derecho
social...”. (Parágrafo 3170).
El Gobernador de nuestra provincia, Dr. Gerardo Zamora viene generando
conciencia de responsabilidad social ante la emergencia sanitaria, solicitando
la aplicación del art. 205 del Código Penal, para aquellos ciudadanos que no
cumplen con los mandatos de prevención a la salud.
La doctrina penal coincidentemente sostiene que es un delito de
desobediencia especial y dentro del rango de las leyes penales en blanco.
Además como sucede con todos los delitos contra la salud pública son de
peligro, en algunos casos concreto y en otros abstracto. Dice el mencionado
artículo; “Será reprimido con prisión de seis meses a dos años, el que violare
las medidas adoptadas por las autoridades competentes para impedir la
introducción o propagación de una epidemia”.
Blankettstrafgesetz o ley penal en blanco nace en Alemania con Karl
Binding, aunque otros autores alemanes la denominaron “conminaciones penales
ciegas”, se trata justamente de acoplamientos legales cuyo precepto es
incompleto y variable en cuanto a su contenido, y su sanción o determinación de
la pena es reenviada a otra disposición
en muchos casos de menor rango legislativo y casi siempre posterior a la ley
penal o en otro momento como dice Claux Roxin.
Es importante para el Derecho Sanitario en la búsqueda de su autonomía
científica resignificar esta técnica legislativa y su admisibildad en la medida
que sean precisas en la definición de los contornos específicos del injusto,
para no afectar el Principio de Legalidad, establecido en el art. 18 de la
Constitución Nacional.[4]
Luca Singerman, el joven de 22 años que subió al Buquebus y puso en
riesgo a 400 personas fue acusado por el delito de propalar la enfermedad, que
se halla encuadrado en el art. 202 de nuestro Código Penal, redactado con ausencia descriptiva del tipo subjetivo y
una pena de hasta 15 años de prisión. En ese sentido, el proyecto Tejedor,
aquel que no pudo revisar y aprobar Roque Perez, tenía contemplada en su
formulación la violación de la cuarentena. El Gobierno de la CABA decidió promover
la demanda civil, por los daños y perjuicios ocasionados al patrimonio de la
ciudad, entre otros el alquiler de un hotel, quizás el camino mas directo ante
las dificultades de la vía penal.
Ante esta situación de pandemia, cobra vigencia el pensamiento de
Hobbes respecto de la necesidad del Estado de hacerse cargo de la humanidad y
la continuidad de la misma. Los ciudadanos que no obedecen al Estado ponen en
peligro su vida y las de los demás. Las epidemias y plagas que Hobbes había
estudiado en profundidad de las obras de Tucídides, marcaron su pensamiento.
Este historiador ateniense, sostenía que solamente eran observables las
características y el ethos de los hombres en un contexto de anomalía endémica
como las que hoy nos toca transcurrir. La peste ateniense que causó la muerte
de Pericles en plena Guerra del Peloponeso fue objeto de estudio desde la
perspectiva de la descomposición moral
de un pueblo en un momento determinado[5] Son
mentos fundamentales para el entendimiento del ser humano como tal.[6][i]
En este instante, es importante reivindicar el patriotismo de nuestros
grandes hombres, el Dr. José Roque Perez no pudo terminar el Código Penal y el
Dr. Adolfo Argerich sus estudios epistemológicos, mientras muchos abandonaban
Buenos Aires,[7]
ellos pusieron su cuerpo y su vida, como responsables políticos de la Salud
Pública.
Para amar a la patria basta ser hombre, para ser patriota es preciso
ser ciudadano, decía el gran prócer Bernardo Monteagudo, seamos ciudadanos y ciudadanas en este momento
histórico, se trata solamente de respeto a la ley penal y a todos los
habitantes de buena voluntad que habitan el suelo argentino.
Luis Horacio Santucho
Defensor Adjunto de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes
de Santiago del Estero
[1]El tucumano Juan Bautista Alberdi, autor intelectual de la Constitución
Argentina, fue un indignado detractor de esta guerra, incluso escribió el libro
“Crimen de Guerra” con posterioridad a este evento. Entre bastidores como
promotor de esta guerra fratricida estaba la diplomacia inglesa, iniciando una
campaña de propagación de mentiras y difamaciones contra el Presidente del
Paraguay, Francisco Solano Lopez, muy
parecida a la que actualmente sufre el Presidente de Venezuela Nicolás Maduro,
la demonización como técnica de manipulación social no es un invento de la CIA.
Se ha demostrado que el acuerdo aliancista entre Brasil, Argentina y Uruguay,
estaba redactado antes de la declaración formal de guerra. Los batallones
argentinos estaban aprovisionados con rifles Enfield, modelo 1853, una prueba
mas de la injerencia británica. En la Argentina, la guerra gozaba de una
impopularidad generalizada, salvo en determinados círculos politizados de la
porteña Buenos Aires, mientras que en Paraguay era una causa nacional. El
Presidente Bartolomé Mitre apeló a un anacrónico patriotismo dirigido especialmente a los jóvenes, en
estos términos: “....en 24 horas a los cuarteles, en 15 días en Corrientes, en
3 meses en Asunción”. La bravuconada porteña nos costo caro, la guerra duró
cinco años, crisis económica por el endeudamiento externo y aproximadamente
50.000 muertos. Nuestro gaucho desertor Martín Fierro representa el clima de la
época, hubo constantes acuartelamientos de soldados que no se sentian convocados a la confrontación, entre ellos
podemos mencionar el Desbande del Basualdo, (Entre Ríos) la Sublevación de
Toledo (Entre Ríos) la Revolución de los Colorados en Mendoza que después se
traslada a todo Cuyo y la mas importante encabezada por el caudillo
catamarqueño Felipe Varela que decía en esos momentos: “Ser porteño es ser
ciudadano exclusivista y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política
del gobierno de Mitre, soldados federales, nuestro programa es la práctica
estricta de la Constitución jurada, el orden común, la amistad con el Paraguay
y la unión con las demás repúblicas americanas”.
[2]Fue muy cuestionada la actuación militar de Mitre. Felipe Varela decía
que las ineptas y febrinas manos de Mitre cobardemente arrastrado por los
fangales. Prácticamente fue separado del mando militar a partir del desastre de
Curupaytí ocurrido el 22 de septiembre de 1866, donde murieron 983 soldados de
las fuerzas aliadas.
[3]La causa de la epidemia fue el regreso de los heridos y sobrevivientes
de la Guerra. Se calcula en aproximadamente 14.000 personas la cantidad de
muertos con la epidemia. La autoridad municipal de Buenos Aires en ese momento
era Narciso Martinez de Hoz, nieto de
José el primer Martinez que vino de Hoz, un pueblo rural cercano a Valdivieso
en la actual provincia de Burgos, España. Fué destituido del cargo por una
asamblea popular indignada por el mal desempeño de este Martinez ante la
epidemia.
[4]Urge la necesidad de un nuevo Código Penal en la Argentina, cuando nos
aprestamos a los 100 años del Código de Rodolfo Moreno. Es un gran desafío y
una tarea pendiente del órgano legislativo.
[5]Los historiadores, arqueólogos y
noseólogos no han podido determinar el tipo de enfermedad o la categoría
diagnóstica que asoló a Atenas, solamente se pudo establecer que el origen del
virus estuvo en Etiopía y por sus características muy parecida a la fiebre
tifoidea .
[6]Este aporte sobre Hobbes y Tucídides fue realizado por Rodolfo
Santucho. Tesista de la Universidad Nacional de Santiago del Estero. “Las
enfermedades en el cuerpo del Leviatán- Fundamentos teórico
filosóficos-políticos”
[7]El Presidente Sarmiento, su Vice Alsina y todo su gabinete se
trasladaron a Mercedes, en la provincia de Buenos Aires, para evitar los
efectos del vomito negro como también llamaban a la fiebre amarilla. Fue muy
cuestionada dicha decisión por parte de los partidarios de Mitre. Este episodio
evoca ese extraordinario cuento de Edgar Allan Poe, “La máscara de la sangre
roja”, donde había una vez un Príncipe Próspero que se retira a una abadia
fortificada para evitar el contagio de la muerte escarlata.
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