¿Cuál habrá sido su último pensamiento aquel fatídico 19 de Julio de 1976 en el cuarto piso de la calle Venezuela 3149 de Villa Martelli?.
Seguramente nunca lo sabremos. El Comandante Guevara cuando sintió la muerte aproximarse a su cuerpo, dijo en su famosa obra Pasajes de la Guerra Revolucionaria: “....Quedé tendido, disparé un tiro hacia el monte siguiendo el mismo oscuro impulso del herido. Inmediatamente me puse a pensar en la mejor manera de morir en ese minuto que parecía todo perdido. Recordé un viejo cuento de Jack London, donde el protagonista apoyado en un tronco de árbol, se dispone a acabar con dignidad su vida, al saberse condenado a muerte por congelación, en las zonas heladas de Alaska...”. El cuento de referencia traducido al castellano es él “El silencio blanco” y el personaje que se dispone a morir se llama Mason quién comienza a revivir imágenes de su niñez y un fugaz repaso de su vida.
Así imagino los últimos instantes del Comandante Santucho, como buen santiagueño quizás rondaba por sus recuerdos, Gramilla, el pueblo de sus abuelos maternos y de las hazañas infantiles y adolescentes, antigua posta de jinetes guerrilleros rumbo al Alto Perú, donde el General San Martín ordeno matar todos los chanchos para la hambrienta tropa y desde ahí el famoso refrán “A cada chancho le llega su San Martín”. En ese escenario corazón de monte y luna encendida por los tunales, la hechicera del pueblo anticipaba todo con esta sentencia: “Será como un Rey, algo grande, que llegará lejos, pero no llegará y todos sufrirán porque el barro y la sangre, amasados en el azar de Dios partirá su cabeza negrita”.
En ese instante no tenía miedo y de pronto se dio cuenta que la muerte no tenía dolor si comenzaban a pasar por su pensamiento los miles de hermosos rostros de sus compañeros y acontecimientos de la lucha revolucionaria realizada por la generación más fulgurante de la historia argentina después de la Revolución de Mayo: sus padres Francisco y Manuela, su familia, especialmente, el genial escritor Francisco René Santucho, El Capitán Anibal u Oscar Asdrúbal Santucho, Manuela Santucho, abogada de presos políticos, Carlos Santucho su hermano que ya se ahogaba en la tortura de los genocidas y Mercedes Santucho, su sobrina, callada y suavemente triste como su tibio cervatillo Ana Maria Villarreal junto a sus niñas, apareció también ese 9 de Julio de 1961, cuando la Asamblea de campesinos e intelectuales dio origen al Frente Revolucionario Indomaericano y Popular, mas conocido como FRIP, también el obrero rural tucumano Antonio del Carmen “Negrito” Fernández y Domingo Menna encendiendo el camino de la Compañía de Monte Ramón Rosa Gimenez, el abnegado compañero montonero Mariano Pujadas, el rosarino Luis Pujals, unos de las primeras y mas sentidas bajas del partido, el 25 de Mayo de 1965 la fecha imborrable del amado PRT-ERP, el intelectual marxista Silvio Frondizi y el abogado Rodolfo Ortega Peña ambos con su corazón perretiano entregado al pueblo, la tibia mirada del Capitán Pablo Molina, el grito pelado de guerra de los Decididos de Córdoba encabezados por Cesar “Chechi” Argañaraz y el Comandante Pedro o Juan Eliseo Ledesma, la radiante luna tucumana Clarisa Lea Place, el escritor Haroldo Conti y su cazador americano Mascaró, la histórica jornada del 24 de Noviembre de 1974, cuando 12.000 personas reunidas en Roque Sáenz Peña (Provincia de Chaco) en el Vº Congreso del FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo), vibraban al compás del discurso de Agustín Tosco, el Cordobazo, el Tucumanazo, el Rosariazo, el Devotazo, y tantas jornadas teñidas de pasión revolucionaria en los tiempos del vencer o morir por la Argentina.
A su alrededor había estallado todo, busco la mirada de su compañera Liliana y su pequeño niño, el Capitán Benito Urteaga estaba como siempre a su lado y antes de suspirar recordó la frase del Che “si en medio del combate la muerte nos sorprende, bienvenida sea”.
La noticia de su muerte en combate fue un hachazo definitivo e insondable, un viento de tristezas guardadas en la soledad de los salitrales penetró nuestro silencioso dolor. Mas tarde un viejo sabio del monte, en esas noches de relatos afligidos contó que un viento de parecidos dolores estremeció la región cuando se anunció la muerte del heroico guerrillero General Martín Miguel de Guemes.
Su legado para la historia esta lejos de ser ambiguo, “línea recta en el laberinto argentino”, dijo Don Osvaldo Bayer, coraje, entrega, solidaridad, palabra y acto al unísono, guerrero marxista de fina estirpe, nos regaló su último gesto de unidad, había postergado su viaje hacia el exilio para concretar una reunión con la organización peronista Montoneros y sus últimas palabras revelan una asombrosa lectura de la realidad, la vida, la historia y sus ritmos dialécticos: “...Pero los profundos cambios que registra la realidad nacional no provienen de una evolución lineal e incruenta. Como todo proceso revolucionario se viene desarrollando en espiral, con avances y retrocesos, en tendencia siempre ascendente, y a costa de sensibles pérdidas. Como dijo Mao Tse Tung “luchar, fracasar, volver a luchar, volver a fracasar, volver a luchar hasta la victoria”, es una ley de la lucha revolucionaria. En la guerra de nuestra primera independencia los ejércitos patriotas intentaron avanzar dos veces por Bolivia hacia Perú, hasta descubrir el triunfal camino de Chile, Bolívar a su vez fue, cuatro veces vencido en Venezuela y cuatro veces se exilió, hasta encontrar en su quinto intento el camino de la victoria definitiva. Así ocurre y ocurrirá en nuestra guerra revolucionaria......Y en este momento de reflujo de masas, mientras se despliegan sin cesar su aguerrida resistencia guerrillera, las fuerzas revolucionarias podrán analizar serenamente las experiencias, “hacer un alto en el camino”, reagrupar, reorganizar y consolidar el potencial revolucionario para estar en condiciones de aportar vigorosa y organizadamente para la máxima extensión y potencia del próximo auge obrero-popular...” (Editorial del Combatiente Nº 225 del Miércoles 21 de Julio de 1976 “Diez años de lucha y experiencia”).
Ya se acerca la tarde, hace frío, pero el sol atravesó las nubes en una suave insinuación de fuego, la Panamericana esta lejos y un changuito santiagueño en medio de los cañaverales susurra esta zamba: “...pueblo tucumano que va al combate Negro Santucho su comandante..”
Luis Horacio Santucho
Homenaje a los treinta y dos años de tu caída en combate
19 de Julio del 2008
No conozco un debate de Santucho, creo en la versión que Gombrovich dio, un guerrero. Dicen que habia leido la fenomenologia de Hegel, que hablaba de eso en Trelew, pero algun escrito? No conozco libros, no veo su inteligencia, si claramente su valentia, su reciedumbre, su torpeza militar.
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